Medio Ambiente Y Desarrollo Sostenible Paolo Bifani Pdf 53
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La explotación de los recursos mineros constituye uno de los puntos centrales en el debate sobre el desarrollo sostenible, especialmente para los países subdesarrollados, cuyas economías dependen de dichos recursos. Desde una perspectiva crítica marxista, el presente trabajo sistematiza el debate teórico reciente en torno al desarrollo sostenible de la explotación minera, y destaca la propuesta de desarrollo compensado como estrategia de desarrollo sostenible para los territorios mineros.
El término desarrollo sostenible o sustentable se refiere a un proceso cuyo ritmo hay que mantener; es una concepción dinámica positiva, que introduce una visión temporal de largo plazo, lo que supone identificar las condiciones necesarias para que el sistema no solo sobreviva, sino para que pueda seguir avanzando.1
Dada la importancia que tiene el tema, sobre todo para los países subdesarrollados que dependen en gran medida de la explotación de sus recursos naturales, en el presente trabajo, desde una perspectiva crítica marxista, se sintetizan las principales concepciones teóricas que han aflorado en el debate acerca de las particularidades que introduce la explotación de los recursos no renovables -especialmente los minerales- en la concepción del desarrollo sostenible; se enfatiza en el desarrollo compensado como estrategia de desarrollo sostenible para los territorios mineros.
No obstante, no pocos autores coinciden con que el desarrollo sostenible contiene múltiples dimensiones, entre las que se destacan la económica, la social y la ambiental.2 Desde esta perspectiva, Buarque (1994) expone que el desarrollo sostenible precisa introducir el aspecto ético, por su preocupación por la equidad, en la configuración de nuevos patrones de vida para las actuales y futuras generaciones.
Para Sachs (2002), todo planeamiento de desarrollo que busque ser sostenible debe tener en cuenta, además de las dimensiones social, económica y ambiental, la dimensión cultural, relacionada con la búsqueda de raíces endógenas de los procesos de modernización.
En términos políticos, hay que considerar que para los países subdesarrollados el logro del desarrollo sostenible constituye un desafío, dado que en nombre de la sostenibilidad pueden imponerse condiciones leoninas a las economías de estos países; por ejemplo, sellos verdes o aranceles prioritarios a producciones más competitivas que los productos que ellos exportan. En virtud de esta lógica se hace imprescindible determinar qué realmente se debe sustentar en cada cultura, en cada actividad y en cada proceso socioeconómico, con respecto a la interacción hombre-naturaleza.
Desde el punto de vista social, el desarrollo sostenible como proceso exige que se promuevan relaciones justas entre los diferentes grupos sociales; suprimir la existencia de grandes inequidades en la distribución del ingreso y avanzar hacia sociedades donde prevalezca la solidaridad entre todos los grupos sociales que participan en el desarrollo.
A lo anterior otros autores incorporan un análisis de los grados de sostenibilidad, al distinguir sostenibilidad débil y sostenibilidad fuerte (Naredo & Parra, 1996). La primera de estas tendencias introdujo el concepto de capital natural, relacionado con la idea de que el capital de origen humano puede sustituir al llamado capital natural. De acuerdo con ello, el desarrollo sostenible resulta posible por medio de reformas de los procesos productivos actuales, es decir, mediante cambios tecnológicos (Gudynas, 2003).
La segunda tendencia no acepta la sustitución total y perfecta entre esas formas de capital, sino que subraya su complementariedad. El desarrollo sostenible requiere mantener un stock de capital natural que no puede perderse. La no sustitución perfecta de los factores productivos es uno de los principios fundamentales de la economía ecológica (Gudynas, 2003).
Existe una tercera tendencia, que Gudynas (2003) denomina sustentabilidad superfuerte, que valora el ambiente desde múltiples perspectivas y utiliza el concepto patrimonio natural. Esta concepción reconoce valores propios en la naturaleza más allá de la utilidad potencial para el ser humano, lo que da lugar a propuestas sobre nuevos estilos de desarrollo, con cambios profundos en los procesos productivos y en la manera en que se entienden y aplican conceptos tradicionales, tales como eficiencia, rentabilidad y equidad. Esta visión también reconoce una pluralidad de valoraciones en los seres humanos; por lo tanto, las decisiones sobre el desarrollo son esencialmente políticas. Desde esta perspectiva, la meta de conservación del ambiente representa un fin en sí mismo, que descansa en un imperativo ético, y asigna un límite al aprovechamiento de los recursos naturales en la medida que se sigan procedimientos que aseguren su supervivencia.
En el debate sobre el desarrollo sostenible tiene un significado especial la clasificación de los recursos naturales (RN), según su grado y tiempo de regeneración. Esta distinción tiene una gran trascendencia para la percepción de desarrollo sostenible en la actividad minera, a partir de que introduce límites a la explotación de este tipo de recursos y las singularidades que posee esta práctica.
La sostenibilidad de la producción minera tiene que examinarse dialécticamente y en todas sus interrelaciones, en un escenario histórico dado y desde una perspectiva multidimensional, como una actividad insertada dentro de una comunidad o país dados, que genera riquezas que contribuyen al desarrollo territorial y nacional, lo que contribuye así al desarrollo sostenible en sentido general. En el caso de la minería, al decir de Martín (2015) constituye una actividad insertada dentro de una comunidad, que realiza contribuciones al logro de la sustentabilidad a partir de las riquezas que aporta para generar actividades que favorecen el desarrollo nacional y territorial.
Extractivismo sensato. Corresponde a emprendimientos que introducen reformas en sus prácticas para reducir los impactos sociales y ambientales. Mediante la utilización de las mejores tecnologías disponibles para reducir los daños a los ecosistemas (tratamientos de efluentes, reciclaje del agua, captura de emisiones contaminantes), se logran mejores condiciones de trabajo (medidas de seguridad y sanidad laboral, cobertura médica, salarios dignos) y se progresa en la articulación con las comunidades locales. Esta perspectiva aboga por la consecución de objetivos sociales, ambientales y económicos; y pone énfasis en la calidad de vida de las personas, su bienestar, la satisfacción de sus necesidades; así como en la protección de la naturaleza, lo que se alinea a las metas de desarrollo sostenible.
En la opinión del referido autor, el desarrollo sostenible del sector minero ha de alcanzarse al transitar por dos etapas: extractivismo sensato y extractivismo indispensable. Esta perspectiva de análisis demanda asegurar que la extracción de RNNR tienda a realizarse dentro de las tasas de reproducción propias de cada uno de esos recursos; la calidad de vida deja de ser entendida como una simple acumulación de bienes materiales, para ampliarse a dimensiones culturales, afectivas y espirituales. Es también un proceso que necesita un soporte político y social, que debe construirse desde amplios márgenes de democracia.
A pesar de que, desde el punto de vista institucional, los Gobiernos territoriales cuentan con distintos grados y modalidades de responsabilidades y atribuciones, con frecuencia son elevados los márgenes de centralización vigentes, en particular relativos al manejo de la recaudación y redistribución de las elevadas rentas que proporciona la actividad minera. Comúnmente, la dinámica económica de estos territorios se circunscribe a este tipo de actividad y resulta limitada la autonomía que tienen para la diversificación productiva y emprender estrategias de desarrollo sostenible.
El desarrollo compensado es una etapa en el movimiento de las comunidades mineras hacia la sustentabilidad donde se busca compensar de forma racional los impactos que la minería ocasiona sobre el medio ambiente, sin menguar la posibilidad del hombre actual de satisfacer sus necesidades. Es una etapa donde se pretende privilegiar la capacidad de satisfacer las necesidades materiales y espirituales de la sociedad, creando las condiciones necesarias para que las futuras generaciones satisfagan las suyas a partir de toda la experiencia, que en materia de formación de recursos humanos y de tecnología creen las actuales generaciones y los procesos productivos alternativos que puedan surgir a partir de las nuevas tecnologías que se produzcan. (p. 88)
Ello significa combinar atinadamente las dimensiones del desarrollo sostenible en lo económico, tecnológico, ambiental, social, cultural y político, de modo que se creen condiciones no solo materiales, sino también socioculturales y políticas.
El desarrollo compensado para la actividad minera se ha de asumir como una estrategia de desarrollo sostenible, que integra varias dimensiones; no es una etapa natural y espontánea, sino un proceso deliberadamente concebido y gestionado por la sociedad (Martín, 2018).
La dimensión cultural supone crear un sistema de valores ambientales que reconozca como válidos los servicios intangibles asociados a la actividad minera y la conservación del medio ambiente, con énfasis en la educación ambiental; así como la conservación del patrimonio geológico-minero y el desarrollo de una cultura minera, en el sentido amplio. 153554b96e