Alberto Manguel Historia De La Lectura Pdf Free
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Ii ii lal, leia en silencio los Pensamientos de Pascal. Y, denoche. I n MI f r ia habitacin de Concord \"tapado con mantas hastaI i i larbilla\", leia los Dilogos de Piatn. (\"A p a r t i r deenton-C t l \" , senal u n historiador, \"asoci s iempre a Piatn conel 1 Ii 11 a lana\".) 4 4 A u n q u e pensaba que habia demasiados libros i u e los lectores deber ian c o m p a r t i r sushallazgos infor-m.mdose unos a otros de lo esencial de susestudios, Emerson 1 101.1 que la lectura era u n asunto personal ysolitario. \"Todos t l t o s libros\", escribi, despues de prepararuna lista de textos lagrados entre los que f iguraban los Upanisady los Pen-'iinirntos, \"son la expresin subl ime de la conciencia un i -versal, y t ienen ms que ver con nuestras ocupaciones diarias11111 el almanaque del ano en curso o e l peridico de hoy. Pero Ii.in de guardarse e n el a r m a r i o y leerse de rodi l las . Susnuenanzas no h a n de darse n i recibirse con los labios n i con ii punta de la lengua, sino con el b r i l l o en la m i r a d a yel \" i .r/.n pa lp i tante\" 4 5 . E n silencio.
A lo largo de su trayectoria como escritor, Alberto Manguel ha dedicado un espacio importante al tema de los libros y la lectura, una de las grandes pasiones de su vida. En Para cada tiempo hay un libro, algunas reflexiones y pequeños homenajes de Manguel a la literatura dialogan con las originales fotografías de Álvaro Alejandro, cuya mirada se posa igualmente sobre muy diversas variantes de lo que puede representar nuestra relación con la lectura. Así, Alejandro captura una ratonera que en lugar de queso atrae a sus víctimas potenciales con un libro, o un libro que yace junto a una mujer desnuda, como si quisiera seducirla o competir con ella en niveles de erotismo. Para cada tiempo hay un libro es a la vez un registro y un homenaje a ese objeto que, pese a las múltiples amenazas sobre su extinción, continúa formando una parte fundamental de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Y es que, como bien explica Alberto Manguel, podrán cambiar muchas cosas, pero mientras existan esos seres extraños llamados lectores, el acto literario esencial permanecerá vigente e inalterado por la fuerza misma de quienes, como él, no conciben su existencia sin la presencia constante de ese acto: Quienes descubrimos que somos lectores, descubrimos que lo somos cada uno de manera individual y distinta. No hay una unánime historia de la lectura, sino tantas historias como lectores. Compartimos ciertos rasgos, ciertas costumbres y formalidades, pero la lectura es un acto singular. No soñamos todos de la misma manera, no hacemos el amor de la misma manera, tampoco leemos de la misma manera. Los libros que atraviesan nuestras vidas son, para cada uno de nosotros, maravillosamente diversos.
El libro en turno fue La ciudad de las palabras de mi queridísimo Alberto Manguel, a quien he leído más de una ocasión y sus ensayos no me hacen sino querer leerlo más. Justo aquí, en este anecdotario de lecturas comparto El viajero, la torre y la larva (2015) y Cómo Pinocho aprendió a leer (2017). Veo necesario hacer un paréntesis, me enteré que Irene Vallejo, que ahorita es toda una rockstar literaria por su hermoso ensayo El infinito en un junco (2019), menciona a este autor y uno de sus libros llamado Una historia de la lectura (2011) que presumo también leí. Por un momento me sentí conectada, quizá lo leímos al mismo tiempo o hasta subrayamos las mismas páginas. Bueno, es muy probable que Irene Vallejo no subraye los libros. Eso es justo lo que me encanta de la lectura, que los libros subrayados o no, son puentes, conectores que sin importar la distancia o la nula posibilidad de conocer a alguien presencialmente ya sea por la geografía o por el tiempo, se genera esa comunión entre dos seres que sin decirse nada, se han dicho todo. 153554b96e
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